La importancia de la ética en todos los ámbitos y en este caso también en las empresas.
Ética en las
Organizaciones.
Según, Manuel Velasquez, “La ética en los negocios o en las organizaciones es un estudio especializado de lo moralmente correcto o incorrecto. Se concentra en las normas morales en la medida en que éstas atañen concretamente a las políticas, instituciones y comportamiento de los negocios”.
Los actos de las empresas y de los individuos
que hacen parte de ellas, repercuten de manera positiva o negativa en otras
empresas, otros individuos u otros procesos
La cuestión ética es de gran relevancia para
todo individuo y se extiende al ámbito empresarial. En cada decisión que se
tome, estará inmiscuido algo de ética. Trátese de negociaciones con proveedores
o con el sindicato, de contrataciones o despidos de empleados, de asignación de
responsabilidades o de lanzar una promoción, la ética siempre está presente.
A través de la ética se puede acabar con
prácticas corruptas que destruyen valor y dañan la economía y la sociedad, si
ponderamos más la cultura organizacional, con valores comunes (más que códigos
o reglas) que sirvan como sendero de los individuos que conforman las
organizaciones podríamos dar mayores componentes éticos a una empresa. Si nos
basamos en que el capital humano es uno de los mayores activos empresariales,
si no el mayor, y tomamos conciencia que estas personas valen por sí mismas, que
se les debe respetar y que no se les puede tratar como un medio sino como un
fin, habremos dado el primer paso para fundamentar éticamente las
instituciones. Una organización que viva según los cinco valores básicos: Igualdad,
Libertad, Dialogo, Respeto y Solidaridad estará mejor preparada para el futuro.
Ética Social Aplicada
El concepto de ética, según Etkins: “La primera acepción es
descriptiva y utiliza meta criterios para explicar el sentido de los enunciados
éticos. Estos meta criterios se utilizan para distinguir lo bueno de lo malo,
lo justo de lo injusto, lo libre de lo dominado. Este enfoque desde la propia
ética, estudia el significado de los valores y de los juicios de valor en el
plano de lo simbólico, es decir, qué significan dichos principios para los
individuos que coexisten en el sistema”.
En el dominio de lo descriptivo, estas mencionadas líneas
ideológicas llevan a la construcción de la identidad corporativa, a la
representación que el sistema tiene de sí mismo y que los miembros reconocen
como el “ethos” de la organización en
que trabajan. La desviación perversa en este nivel consiste en los intentos de
confundir una construcción social y cultural (como los valores) para tratarlos
como si fueran algo natural, presentándolos como algo inevitable para los que
sufren, por lo que son obligados a negar su propia identidad individual.
Una segunda orientación en el estudio de ética, trata con
conceptos que sirven para definir las conductas socialmente aceptables, son
códigos de conducta que definen las acciones preferibles. Estamos en el ámbito
de la moral positiva, la definición del debe ser. Son la ideología, las
creencias, los prejuicios en los grupos y las organizaciones sociales. La
desviación perversa consiste en la imposición de valores que los miembros no
reconocen como propios.
Por último, analizamos la ética aplicada en situaciones o
contextos específicos, o ética de las desigualdades. En este sentido valdrían
como ejemplo las cuestiones de discriminación sexual o racial, la obediencia
debida. Las desviaciones perversas tienen que ver con la corrupción, la
hipocresía, la mentira o el cinismo en las prácticas sociales.
Vamos a mostrar las implicaciones que trae consigo sostener que
los principios morales son universales, es mantener los valores como algo
absoluto, sin considerar el contexto o las consecuencias de su aplicación. Aquí,
la desviación consiste en ignorar las desigualdades sociales y culturales, o
las diferencias de poder entre los miembros, que impide que ellos elijan libremente
en la organización.
En segundo lugar, el llamado relativismo moral, que reconoce
límites culturales y se basa en las tradiciones, los usos y costumbres
aceptados en un determinado lugar y momento histórico. Vamos a considerar como
desviación perversa la cambiante interpretación personal de los códigos morales
según la conveniencia de los participantes y las necesidades del momento.
En tercer lugar, mostraremos el escepticismo de quienes niegan la
conciencia moral como algo autónomo que permita valorar los actos como
correctos o incorrectos, con lo que es considerada, por tanto, como un hecho
irracional.
La ética social como disciplina de estudios, se refiere a la
existencia de meta criterios para la guía, y la evaluación de los
comportamientos del hombre en sociedad. Criterios tales como la bondad, la
justicia y la libertad.
También en el interior de las organizaciones se construyen
conjuntos de valores y creencias que definen lo permitido y lo deseable para
sus integrantes.
En ellos encontraremos un ethos o sistema de valores congruentes
con la misión institucional.
A la vez dichos establecimientos no son cerrados, funcionan en el
marco de un complejo orden político, social, cultural, jurídico y económico.
Las consideraciones éticas y las normas morales atraviesan las organizaciones y
se proyectan sobre su interior con distinto grado de adhesión y legitiman las
prácticas.
Dichas organizaciones son construidas en el marco de un orden
social mayor. En dicho orden, se reconoce la naturalidad de ciertos hechos
sociales, su desvinculación de los intereses individuales. La organización no
puede desconocer dicha realidad social. Lo ético permite aclarar qué significa
la afirmación de que “no puede” desconocerlos.
La perversidad no se refiere a la desviación respecto de lo
normal, de lo habitual o de una transgresión a las misiones de una institución.
Lo inmoral se refiere al incumplimiento en la organización de los principios
cohesivos, del “deber ser” social, de los valores que sostienen y articulan la
sociedad.
Cambiando el nivel de recursividad en el análisis del sistema
social, pasamos a evaluar las desviaciones desde la perspectiva de lo moral. La
contextualización de las acciones hace emerger lo perverso frente al
observador.
La ética es el fundamento cuyos valores esenciales deben organizar
la vida social, como la libertad y la dignidad humana, el bien común, lo bueno,
lo equitativo y lo justo. Para lo que se le asigna un conjunto coherente de
significados al vocabulario valorativo, de manera que el análisis de lo
deseable no dependa exclusivamente de las definiciones individuales. También
brinda argumentos que muestran al ocio y la mentira como algo inmoral.
En el nivel de meta criterios la ética social se interroga sobre
la cuestión de la justicia y de los derechos humanos. La ética también se
pregunta por el trato desigual (pero justo) a los desiguales. Aparece el
problema de establecer los criterios para reconocer la diferencia, es decir,
las pautas distributivas.
Como discurso, la ética es la argumentación acerca de los valores
y conceptos morales; es el estudio del por qué en lo social hay sistemas de
preferencias que privilegian ciertos criterios de conducta sobre otros.
Las cuestiones éticas en las organizaciones sociales no pueden
tratarse como si fueran problemas de optimización de decisiones. La ética es un
encuadre que define los valores en juego, los mandatos sociales a considerar en
la situación.
La ética social, pertenece más al orden de las preferencias, no
del conocimiento. No se expresa como leyes objetivas. Se expresa en forma de
necesidades, deseos y representaciones conscientes e inconscientes que se
articulan en forma compleja para constituir el imaginario social.
Sólo en un paso posterior en cuando la ética puede constituir el
objeto de una reflexión sobre hechos o conocimientos, es decir, después que se
ha impuesto en el sistema como un conjunto de comportamientos y de reglas ya
experimentados.
El dominio del saber o el conocimiento racional se preocupa de las
explicaciones y de la causalidad de las acciones. La perspectiva ética se
preocupa por la justificación de las acciones en términos de lo bueno, lo
correcto, lo justo, lo equitativo.
De manera que en lugar de hipótesis, leyes, teorías o modelos
verificables, los sistemas de ideas éticas se manifiestan como creencias en
normas y principios morales. La ética se expresa a modo de valores, de lo
considerado deseable como guía y para orientación de los comportamientos en una
comunidad moral.
Hablamos de la ética en el contexto social y cultural que elegimos
como referencia.
Querer,
poder y deber ser
En el estudio de la perversidad en las organizaciones sociales,
hablaremos de la ética como las razones del deber ser, de los mandatos que se auto
justifican porque llevan las razones en sí mismos y no requieren ser
demostrados para exigir su cumplimiento.
La ética se basa en el concepto de imperativos categóricos o
universales. Un imperativo en un concepto a priori, que expresa un deber, una
ley moral. Se trata de un deber de virtud que estás fuera de toda condición o
interés externo, porque vale por sí mismo.
La complejidad de lo ético no radica en que los imperativos (el
deber ser), no están conectados entre sí de manera lineal.
La ética social aplicada, se refiere a un conjunto de meta
principios acerca de los temas que los juicios morales deberían respetar.
La discusión acerca de lo absoluto y lo relativo de los principios
morales es una de las cuestiones que trata el discurso metaético. Es el tema de
la contextualización de los comportamientos sociales en grupos y
organizaciones, con el objeto de evaluar la legitimidad de los valores
aplicados.
Dentro de lo ético corresponde pensar si lo moral es siempre y
sólo intuitivo y emocional. Pensar si se trata de cumplir con un precepto o
mandato social que además tiene fundamentos lógicos, si los juicios morales
deben ser fundados o razonados y por lo tanto si pueden ser discutidos, puestos
a prueba. La ética se pregunta si son posibles las normas de conducta válidas
objetivamente, más allá de las apreciaciones personales.
La respuesta a estas preguntas origina desviaciones como el
autoritarismo, el dogma, el relativismo o el escepticismo.
En el plano de lo ético también se discute sobre el significado de
los llamados valores y sus alcances como conceptos reguladores de la conducta.
Se pregunta si tiene sentido hablar del incumplimiento de esos valores por
parte de alguno de sus integrantes y si corresponde sancionarlo según sea la
norma que han transgredido.
En el dominio de lo ético se reflexiona si los valores por los que
se lucha en la organización son elementos objetivos o siempre están sujetos a
la particular apreciación de quien los pondera. La cuestión es que existen
múltiples mandatos sociales aplicables a la misma situación y allí es necesaria
la ponderación personal.
El dilema es la coexistencia del “macro código” de la ética o
responsabilidad social, junto a las connotaciones internas (o intracódigo
moral).
La sociedad requiere que se obedezcan los mandatos, y que los
integrantes se adhieran a las virtudes preconizadas por el sistema de valores.
Pero dicho problema (y una de las fuentes de la perversidad) es
que la sociedad puede organizarse de tal modo que las normas sociales
necesarias estén en conflicto con las normas para la integridad, y el desarrollo
de sus miembros. Este hecho, nos indica que la ética social no es absoluta en
sus contenidos, y contiene principios que benefician más a unos grupos que
otros.
El contenido de la perversidad, la desviación concreta, la define
el observador externo. Formula una definición heterónoma, es decir que
confronta la acción o la situación concreta con un principio, mandato o valor
que a los efectos de su evaluación toma como referencia de lo justo, lo bueno o
lo verdadero.
Su perspectiva es más amplia porque está observando
simultáneamente otros contextos sociales (o niveles de recursividad) que
enmarcan la realidad cercana del actor. La diferencia con los actores de la
perversidad es el encuadre o marco de referencia de a acción.
En el plano de la ética social se discuten entonces los criterios
externos, es decir aquellos que los integrantes toman como referencia para
darle validez moral a sus acciones o para definir su sentido de
responsabilidad. En este nivel, los problemas se razonan desde la sociedad
hacia las organizaciones que la integran.
El problema de la ética es el alcance, la prioridad y la
coherencia entre principios que afectan otros principios.
Por ejemplo, en el plano de la ética médica, la cuestión de hallar
la diferencia entre matar y dejar morir. En la ética militar conocer hasta
donde llega la obediencia debida.
Una cuestión ética implica resolver la coexistencia de valores. No
se trata de la elección de un solo valor que corresponda o sea pertinente a una
situación determinada. Se trata de una decisión intrínseca o meta decisión.
No podemos hablar de la perversidad como si se tratara de algo
absoluto o invariable, sino que cada situación necesita definirse por
referencia a la ética, es decir, los valores que vamos a hacer prioritarios. El
daño, o bien lo positivo de la acción, resultará entonces de analizar la trama
de relaciones en dicho marco ético.
La
ética Autoritaria
Queremos señalar básicamente dos desviaciones en el plano de lo
ético. La primera, el relativismo. La segunda, el autoritarismo. En el primer
caso se observa un estado de confusión moral. La idea dominante es que no hay
afirmaciones que sean objetivamente válidas.
Lleva a pensar que sólo es verdad aquello que sirve.
En cuanto a la ética autoritaria su mandamiento es que si algo es
bueno para la empresa, también lo es para el integrante, incapaz de saber qué
es lo bueno para sí mismo.
También se lo inhibe de hacer críticas al sistema. Se establece el
culto a la obediencia debida, típica de sistemas totalitarios, también llamados
“instituciones totales”.
La ética totalitaria sostiene que las instituciones son
instrumentos sociales. La búsqueda de sus metas justifica ejercer todo el poder
necesario, incluyendo el recurso a las fuentes irracionales de la autoridad,
como el temor, la ansiedad y la impotencia. Las organizaciones con relaciones
perversas le temen al juicio racional y la crítica, por lo que buscan la
sumisión emocional de sus integrantes.
Frente a lo autoritario se encuentra la ética humanitaria.
En ella rige el supuesto de que todo organismo es único, y que su
primer deber es estar vivo. Lo ético consiste en agregar que el hombre no puede
realizarse en estado de desvinculación con su medio social.
Los códigos y convenciones éticas requieren para su plenitud la
libre adhesión de los actores sociales. No convertirlos en sujetos del poder,
sometidos a la eficacia de los controles externos aún cuando dichos controles
se presenten como componentes de un sistema ético.
Foucault reconoce la singularidad de los sujetos éticos y su
posibilidad de ser creativos. Como modo de subjetivación y de realización
personal, es una ética que toma distancia de lo meramente prescriptivo, de los
códigos impuestos, de lo masivo y uniformante de la sociedad.
Estamos hablando de una ética no dependiente ni sometida al poder
de las estructuras económicas y políticas. Es tratar de distanciar la verdad y
lo justo del orden de los intereses asociados al poder social.
Lo ético es un imperativo, pero no una coacción. Supone una
voluntad de los actores de hacer el bien en libertad.
La ética tiene que ver con la autonomía del sujeto ético. Esto le
da fuerza a la ética porque se refiere a una adhesión subjetiva y no a una
imposición.
En cambio, la moral implica una contextualización y se refiere
fundamentalmente, a ciertos valores, usos y costumbres en la comunidad. A
través de la moral en las organizaciones se busca la adhesión, pero ahora a
ciertos proyectos, credos o valores específicos. Es decir, aquí se plantea la
posibilidad del manejo de los códigos morales para el poder político.
No tiene sentido hablar de una ética de las empresas, o lo tiene
en el sentido de una ética autoritaria. Y ello porque en las empresas lo
deseable tiene que ver más con lo conveniente (eficaz) que con lo bueno, y de
allí sus tendencias restrictivas en cuanto a las libertades de sus miembros.
La
misión no cumplida
El sistema de valores y creencias tiene una función articuladora
de los grupos y organizaciones, sostiene la cohesividad en las acciones de sus
integrantes.
Dicha función se ubica en el llamado meta control del sistema. Es
el nivel donde se formula el ethos organizacional.
El concepto de control en este aludido meta control no implica
vigilancia o imposición.
En este nivel identificativo del sistema se encuentra la
representación conceptual que la propia organización tiene sobre sí misma.
Es un saber que orienta a sus integrantes y permite al sistema
mantener una existencia autónoma o identificable en su medio cambiante.
En este nivel se define lo que la organización es, se expresan sus
misiones como institución social, se marcan las diferencias con otros sistemas,
se fijan los límites a lo aceptable como legítimo en el interior de la
organización.
Para el análisis de la perversidad en organizaciones debemos fijar
nuestra atención en este nivel de decisión y control o meta sistema conceptual.
Produce un estado de indefinición o de ambigüedad en el ethos que
se desdobla en forma incongruente entre el decir y su realización, llegando así
a la doble moral y al doble discurso.
Esta situación, suele resultar del poder que ejercen ciertos
grupos para imponer nuevas versiones sobre la razón de ser de la organización.
Cuando nos ubicamos en el nivel del meta sistema, estas
desviaciones pueden analizarse mediante el par conceptual armonía-disonancia.
El impacto de las desviaciones en los valores del modelo de
organización es particularmente visible en las organizaciones con culturas
cerradas y estructuras jerárquicas basadas en la permanencia de los valores
tradicionales o fundacionales.
Son desviaciones que afectan o cuestionan no sólo a las misiones,
sino también al esquema establecido de creencias y valores organizacionales.
Loa valores que se establecen en el meta sistema y que sirven como
parámetros para el control, son una condición para la cohesión y la autonomía
del conjunto.
Cuando el sistema admite las desviaciones porque no las juzga ni
las condena, existe una redefinición de los valores en el meta control.
Aparecen valores y lógicas contradictorias, un doble discurso que oculta el
conflicto, normalizando las acciones desviadas.
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